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jueves, 20 de septiembre de 2012

Némesis, la estrella de la muerte


Ha habido muchas extinciones en masa en nuestro planeta. Sin duda, la más conocida es la que acabó con los dinosaurios hace 64 millones de años, al final del período Cretácico, en la que el 75% de la vida desapareció. No ha sido ésta la más letal, sino la que hubo al final del Pérmico, hace 250 millones de años, llamada la Gran mortandad, que acabó con el 95% de las especies marinas y el 70% de los vertebrados terrestres. Las demás no están tan documentadas como éstas. En todos los casos, la causa más probable que las originó es la del impacto de un asteroide o cometa sobre la superficie de la Tierra.

A nadie le sorprende que debido a la gran cantidad de meteoritos o similares que vagan por el Sistema Solar, de vez en cuando alguno se acerque lo suficiente como para chocar con la Tierra, causando la extinción. Afortunadamente, el gigante Júpiter, con su gran fuerza gravitatoria, atrae a la mayoría de ellos, actuando como un escudo, salvaguardando a la Tierra del desastre.

Estos pensamientos inducen a creer que los impactos son aleatorios, es decir, debidos al azar, pero en el caso de las extinciones masivas no es así, se producen con una regularidad sorprendente, en concreto, cada 26 millones de años. Si hacemos las cuentas a partir de los dinosaurios y vamos sumando 26, obtenemos:
 -64, -38, -12, 14
es decir, ocurrió hace 12 millones de años, y si se mantiene la periodicidad, dentro de 14 millones volverá a ocurrir.

Como es evidente, de ser cierta esta regularidad, las preguntas son simples: ¿cuál es la causa?, ¿qué hay en el Sistema Solar que nos ataque periódicamente cada 26 millones de años?. La segunda es más sencilla de responder que la primera: nada.

A nivel interno, la deriva continental en la Tierra origina actividades volcánicas que pueden provocar la extinción, pero no con esa regularidad. A nivel externo, los períodos en el Sistema Solar no tienen esa duración, por ejemplo, el cometa Halley nos visita cada 75 años; las lluvias de estrellas de las Perseidas o Leónidas son anuales, producidas al atravesar la Tierra dichas nubes. En todos los casos, los fenómenos que se dan en el Sistema Solar no tienen la duración de 26 millones de años.

Para la primera pregunta, el astrofísico Richard Muller de la universidad de Berkeley ha propuesto como causa de las extinciones la teoría de que nuestro Sol tiene una estrella hermana llamada Némesis (en honor de la diosa griega de la venganza). Cada 26 millones se acerca al Sol y atraviesa la nube de Oort (ésta es un conjunto de cometas y asteroides situada en los límites del Sistema Solar, casi a un año luz de distancia del Sol, conteniendo entre 1 y 100 billones de cometas). El paso de Némesis origina perturbaciones gravitatorias que hace que muchos de estos objetos sean lanzados al interior del Sistema Solar, y por tanto, impacten contra la Tierra, originando el desastre.

Todo esto son hipótesis, pues Némesis no ha sido descubierta, aunque hay mucha gente trabajando en sus búsqueda. Incluso se esperan resultados significativos para el año que viene (2013).

La teoría tiene sus pros y sus contras. A favor, el que las estrellas no suelen estar solas en el Cosmos, pues se encuentran en grupos de dos (binarios) o tres (terciarios). En contra, el hecho de que los científicos están convencidos de que el Sol es una estrella solitaria, y aunque tuviera una hermana, no parece razonable que esté tan alejada.

Se crea en Némesis o no, está claro que la Tierra sufre un ataque exterior cada 26 millones de años. Uno de ellos acabó con los dinosaurios, cambiando el destino de la vida en la Tierra, gracias al cual, nosotros estamos aquí. Si la regularidad se ha observado desde la Gran Mortandad del Pérmico, volverá dentro de 14 millones de años. Si estamos todavía aquí, nuestros descendientes tendrán que buscar la forma de resolverlo.



Pedro González


3 comentarios:

  1. Pedro, una interesante hipótesis, pero claro, mientras no aparezca la estrella no dejará de ser eso, una hipótesis. Una estrella no es algo pueda rondar nuestra vecindad solar y pasar desapercibida. Las estrellas normales vecinas hace tiempo que están perfectamente localizadas. La más próxima, alfa Centauri está a 4 años-luz, demasiado lejos para venir a visitarnos. Otra posibilidad son las enanas marrones, suficientemente frías como para tener que buscarlas con telescopios de infrarojos. La enana marrón mas próxima está a poco mas de 2 años luz, también demasiado lejos. Cabría la posibilidad de una super-enana marrón difícilmente detectable. Pero, la exploración en el rango de infrarrojos que realizó el satélite IRAS en 1983 no detectó ninguna estrella suficientemente cercana que pudiera acercarse al Sol cada 26 millones de años. Si a alguien le queda duda, tendrá que esperar a que termine la nueva exploración (tambien en infrarrojos) del satélite WISE de la NASA. Por ahora la sorpresa es que en la vecindad solar hay muchas menos enanas marrones de lo que se había supuesto, pero para la respuesta definitiva habrá que esperar a que se procesen todos los datos que ha recogido WISE ...

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    1. Efectivamente, Juan. Parece que es una enana marrón, negra o roja. Incluso puede que sea conocida e incluso esté catalogada. El padre de la criatura, Richard Muller se queja de que no tienen todos los recursos que quisieran. Están trabajando en un nuevo proyecto y espera dar respuesta a la existencia o no de Némesis.
      Pedro González

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  2. No tenía información de la posible existencia de Némesis, de la periodicidad de las catástrofes que sufre la Tierra ni de su posible relación.
    Con esos cálculos no nos puede producir ningún temor, pero si que abre una puerta más a la curiosidad (que es el origen de la ciencia).
    Y supongo que habrá una cierta relación entre la distancia media de la hipotética esterella al Sol con la fecuencia de los acercamientos y con la masa de ésta, pero de ese trío solo tenemos un dato.
    Interesante tema, Pedro.
    Saludos.
    Jesús Pinto

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